Hola a todos!! Ayer al final por más que lo intenté no puede acabar la revisión final de mi error 9. Siento mucho haberos decepcionado pero no puede. Mi padre que es quien me lo corrige me lo mandó justo antes de venirnos de vacaciones y estando lejos de mi sitio de trabajo y de vacaciones donde casi no estás en casa, en los ratos libres leía y iba todo lo deprisa que podía. Me levantaba temprano para que estuviera a tiempo, pero no ha podido ser. Lo siento, siento no haberlo tenido cuando os dije.
Lo subiré cuanto antes, me queda poco, pero sigo de vacaciones y el tiempo que paso en el pc es escaso, y el poco que paso es para corregir, si no lo subo este fin de semana el lunes seguramente pueda subir.
Os dejo la portada de este noveno libro y un avance de los primeros capítulos que espero que os gusten!!
Prólogo.
El pequeño Jack de tres años se intentaba alzar para ver a la hija recién nacida de Natti, su cocinera y la mujer que los cuidaba a él y a Aiden, su hermano mayor. Lo intenta sin éxito una vez más hasta que Javier, el marido de Natti se dio cuenta y lo alzó para que llegara a ver a su hija.
Jack no tardó en ver al pequeño bebé sonrosado y pelón. A sus ojos era demasiado pequeña. Le parecía mentira que esa cosa tan pequeña fuera una niña. Jack no dijo nada, solo la miró. Vio su pequeña mano y no dudó en cogerla. La pequeña le respondió apretando sus deditos en torno a los suyos. Esto sorprendió a Jack. Algo se despertó en él.
Sin importarle quien estuviera presente dijo unas palabras demasiado grandes para un niño tan pequeño:
—Eimi es mía, es mi Eimi.
Natti no le había dicho como se llamaba, de hecho aún no tenían claro por cual decidirse, hacía solo unas horas que la pequeña había nacido. Pero Jack había sorprendido a todos no solo por su comentario. Si no porque hace unos pocos días este le preguntó por el nombre de la pequeña y como no se decidían, le dijo varios, entre ellos el de Eimi y le explicó que le gustaba porque significada amada.
Natti sonrío y miró a su marido, este asintió, ambos sabían que el nombre de su hija estaba decidido.
Su pequeña se llamaría Eimi. Y los años demostraron que Jack no dijo a broma que Eimi fuera suya, pues desde que nació no se separaba de su nueva compañera de juegos.
Natti sabía que en el fondo Jack necesitaba tener a alguien que fuera solo para él, a alguien que llenara el hueco que siempre dejaba su madre cuando se iba y los dejaba solos.
***
Jack de nueve años, esperaba a su madre tras ponerse sus mejores ropas. Natti le habia peinado su negro y rebelde pelo para que estuviera presentable. Su madre había prometido venir para quedarse. Él quería a su madre a su lado, quería que su madre fuera como Natti, Jack tenía la esperanza de que si le demostraba a su madre que era un buen hijo, esta se quedara siempre con ellos.
Llego hasta la escalera. La pequeña Eimi corrió a su lado y juntos saliendo hacia el jardín. Eimi le sonrió, ella sabía mejor que nadie lo importante que era este día para él.
Ambos esperaron sentados en las escaleras de la casa, a la espera de que el abuelo regresara con su madre. Eimi lo miraba tras sus gafas y le sonreía con sus penetrantes ojos verdes. Jack estaba nervioso, pero Eimi siempre le sacaba una sonrisa. Juntos vieron un coche acercarse, se levantaron y fueron juntos hacia él con cuidado. Cuando el abuelo aparcó y salio del coche, Jack miró hacia dentro.
—No va a venir...
Jack sintió el peso de la traición de su madre. Una más. Y sabía que era la última, que como le pasaba a su hermano mayor ya no necesita más desplantes para aceptar que su madre prefería a sus nuevos novios antes que a sus hijos. Jack la odió en ese momento. Y se odió a si mismo por no poder ser lo suficientemente bueno para su madre. Para que en las contadas ocasiones en que la había visto no hubiera conseguido retenerla a su lado.
Salio corriendo, herido.
Se alejó de ellos y huyó, quería estar solo y era precisamente por lo solo que se sentía cuando su madre lo rechazaba. La odiaba, odiaba el amor que la atontaba, odiaba a todos...
El amor era un asco, pensaba el pequeño.
Eimi no tardó en encontrarlo tirando piedras al lago. Se sentó cerca y esperó paciente sabiendo que su amigo necesitaba tiempo. Jack no tardó en sentarse a su lado. Juntos vieron como caía el atardecer sin decir nada, en ocasiones no eran necesarias las palabras.
Eimi cogió su mano cuando supo que estaba más tranquilo y la apretó con fuerza. Puede que Eimi solo tuviera seis años, y a los ojos de todos solo fuera una niña, pero entre ella y Jack existía un lazo especial que hacía que ambos se comprendieran sin necesidad de decir nada, que ella supiera el momento exacto en el que hablar sin que Jack tuviera que decir que se callara pues necesitaba la soledad.
—Yo siempre estaré a tu lado. Siempre seré tu mejor amiga—Jack apretó la mano de Eimi con fuerza.
—La amistad es irrompible. Nuestra amistad lo será.
Eimi sonrío y asintió.
—Irrompible—Repitió Jack mientras se hacía la promesa de no dejar que nada ni nadie le separara de ella.
Mientras Eimi estuviera a su lado todo estaba bien, ella hacía que la soledad que su madre siempre le dejaba en el pecho no fuera tan profunda. Ella hacía que la soledad no existiera.
Lástima que unos años más tarde Jack no pudiera evitar que Eimi se fuera de su lado...
Capítulo 1
Eimi
Observo la nueva casa de Jack y Aiden. Acabo de aparcar mi coche de segunda mano enfrente, se ve raro entre tantos coches de alta gama. Pero cuando mis padres me dieron dinero para un coche no quise gastarme mucho. Lo peor es que ellos creen que me compré uno seguro y bien equipado y lo que hice fue usar el dinero que me sobró para dárselo a mis tíos por todos los cuidados que habían tenido conmigo. Cierro el coche y voy hacia la reja donde está el timbre.
Alzo la mano y dudo.
Hace cuatro años que me fui, que huí de lo que sentía por Jack incapaz de hacerle frente a ese sentimiento. Incapaz de tenerlo cerca y verlo solo como un amigo. Creyendo que la distancia, y el no querer saber nada de él, me harían olvidarle y un día podría volver y ser su amiga, la amiga que solo lo quería, que sentía amor platónico por él. Pero no tardé mucho en saber que no podía olvidarle y más cuando se hizo famoso y lo vi de nuevo. Su música me persigue allí donde vaya, su voz me recuerda la de veces que componíamos juntos, o cuando cantábamos juntos uniendo nuestras voces.
No, no lo he olvidado y una parte de mí sabe que nunca lo haré.
Me tocaba aceptar esto y regresar sabiendo que su vida y la mía solo están unidas por la amistad.
Prometí a mis padres que volvería a estudiar en la universidad a su lado. Pero esa promesa no fue lo que me trajo aquí, pues mis padres me libraron de ella hace meses. No, lo que me trajo aquí, fue el darme cuenta de que a veces huimos de algo hasta que nos damos cuenta de que por mucho que lo hagamos la realidad no va a cambiar.
Debía regresar y afrontar el problema de cara.
Dejar de ser una cobarde.
Echo de menos a Jack, ha sido parte de mi vida desde que nací y estos cuatro años lejos de él han sido un infierno. Lo necesitaba, lo necesitaba como amigo. Tal vez no sea tarde para recuperar nuestra amistad, aunque sé que para que entienda mi distanciamiento debo decirle la verdad. Jack puede leer con facilidad la verdad en mis ojos, o al menos podía y si no supo ver que lo amaba, fue únicamente porque para él el amor no es un sentimiento a tener en cuenta. Desde niño ha odiado esa palabra. Le recordaba a su madre y las veces que los llamaba para decirles que estaba enamorada de nuevo y esta vez todo sería diferente.
Hace cuatro años creía que cuando regresara sería una persona diferente, más segura de mí misma, sin esta timidez que me asfixia y me hace recluirme del mundo. Creía que todo eso cambiaría con los años. Pero no ha sido así. Sigo siendo la misma.
¿De qué servía retrasar esto?
Toco al timbre. No tardo en reconocer la voz de mi padre.
—Soy yo, Eimi.
La puerta se abre y me adentro en esta casa desconocida para mí. El jardín está muy bien cuidado, como el de las casas de alrededor, todas muestran un aspecto similar. Aunque si es cierto que las mansiones antiguas se mezclan con las modernas, pero sin romper su armonía. Ando sin querer mirar el castillo que queda a mi izquierda. La opresión que siento en el pecho tras la confesión de mi padre sobre su verdadero pasado, sigue estando y prefiero afrontar los problemas de uno en uno.
Antes de que suba las escaleras de la entrada mis padres salen de la casa y me abrazan a medio camino. No esperaban que viniera hoy.
—¡¿Qué haces aquí?!—Me pregunta mi madre tras besarme. Mi padre tira de mi hacia la casa.
Una vez dentro noto como el corazón me martillea con fuerza ante la perspectiva de ver a Jack.
—Lo he adelantado...Quería daros una sorpresa.
Mi madre me abraza de nuevo.
—Que alegría tenerte aquí—Me dice mi padre—. Dame las llaves de tu coche nuevo para que saque el equipaje, estoy deseando ver que coche te has comprando.
Pongo mala cara, mis padres me conocen, saben que algo no va bien.
—¿Qué pasa? ¿No dijiste que te habías comprando un coche?
—Sí pero...no es como esperáis, pero para mí es suficiente.
Mi padre me acompaña hacia fuera. Señala con la mano los diferentes coches que hay aparcados, veo como sus ojos se posan en mi coche.
—Dime que no te has comprando ese cacharro.
Me muerdo el labio.
—¿Cómo has podido comprarte un coche así?—Me pregunta mi madre adivinando por mis gestos que es ese—. ¿Acaso no te dimos dinero suficiente?
—Mama...—Mi padre y mi madre van hacia el coche, los sigo.
Cuando lo tienen cerca ponen peor cara.
—No me gusta...
—Papa...—Me quita las llaves de la mano.
—¿Qué has hecho con el resto del dinero?—Me pregunta mi madre. Me muerdo el labio—. Eimi.
—Les compré al los tíos algunas cosas que necesitaban...quería darles algo por haberme cuidado tan bien estos años.
—Mi hermana no hubiera aceptado tu dinero...
—Ya, por eso se lo compré por mi cuenta y tengo los tiquest para que no puedan cambiarlos. Se les rompieron varias cosas y necesitaban cambiar algunos muebles y no lo hacían porque siempre van agobiados...se lo debía.
—Vale, me parece perfecto—Me dice mi padre—. Pero tienes dinero gracias a las ventas de tus canciones—Aparto la mirada, no me gusta hablar de ese tema—. Aunque no quieras hacerte cargo de ese dinero, es tuyo y si querías hacer eso por tus tíos me parece bien, pero me parece una irresponsabilidad haberte comprado este coche y haber venido con él.
—Papa...
—Las llaves y espero que no le hayas cogió cariño—se las tiendo—, pues pienso deshacerme de esta chatarra y comprarte el coche que yo quiera. No se puede confiar en tu criterio.
—Quiero valerme por mí misma...
—Mira Eimi—Me dice mi madre—. Hemos pasado que no quieras estudiar en la universidad que dispuso el abuelo para ti...pero no dejaremos que corras peligro con el coche.
Agacho la mirada. Mi retorno no ha sido como esperaba, o tal vez sí, pues sabía que el coche no les gustaría y creo que en el fondo lo compré así para demostrarles, y demostrarme, que seguía siendo yo, por mucho que acabara de descubrir de donde viene mi familia.
Tomo aire y me recuerdo: los problemas de uno en uno.
Mi madre me acompaña a la casa. Entro y esta vez sí me fijo en lo preciosa que es. Tiene muchos de los muebles que tenía la otra vivienda. Cuando las cosas fueron mal el abuelo tuvo que vender algunos, pero entre todos conseguimos salir adelante. Mis padres trabajaron lejos de la casa para poder ayudar, yo no lo sabía, me lo contó mi padre cuando me dijo de donde procedía y me dijo que el abuelo era uno de sus mejores amigos. Eso me hizo entender muchas cosas, sobre todo, por qué mi padre, si era un simple jardinero, tenía esa familiaridad con el abuelo. No porque fuera un marqués, si no porque siempre noté que entre ambos existía una amistad más profunda.
Mi madre me enseña las habitaciones de la planta baja, el despacho de Aiden donde hay una preciosa foto de él con su novia, Katt. Mis padres me han contado su historia y me alegro mucho por Aiden. Siempre hizo lo que creía que el abuelo esperaba de él. Era hora de que empezara a vivir por él mismo. Tengo muchas ganas de verlo, también lo he echado mucho de menos y sé, por mis padres, que él también tenía ganas de que volviera. Es normal, nos hemos criado juntos los tres.
Mi padre se une a nosotras tras guardar mi equipaje y seguimos con la visita. Me dicen que arriban están los cuartos de invitados, otro salón y las habitaciones de Aiden, Jack y Katt, aunque Katt duerme siempre en la Aiden. Mi madre sonríe cuando me lo dice.
Mis padres me llevan hacia la cocina y antes de llegar me señala una puerta cerrada.
—En la planta baja está el estudio de Jack, donde compone y toca. Por suerte insonorizado—Bromea mi padre.
—¿Y dónde está?—Pregunto al fin.
—Había quedado, vendrá por la tarde.
Asiento, y trato de que respirar, pues preguntar por él me ha alterado. Ahora, estando por fin en mi casa, me siento muy tonta por haber huido tanto tiempo. Ahora no encuentro una razón de peso para haberme ido de esa forma, solo por quererlo, pero en su día no podía más. Estar a su lado y verlo con Natalia, su novia por aquél entonces, me dolía mucho y más cuando la creyó a ella. Hace años que le perdoné. Pero no encontraba el valor para volver. Me daba miedo hacerlo y comprobar que mi amistad con Jack se había estropeado.
Sé que él pregunta mucho por mí y que ha querido saber donde estaba para verme. Pero hasta que no lo vea no sabré donde quedó nuestra amistad y si a partir de ahora tendré que asumir que al irme perdí a mi mejor amigo. Lo aceptaré, pero me da miedo que así sea. Pues una vez lo descubra, la realidad empañara el bello recuerdo de años pasados, donde eramos inseparables. O bueno, donde lo éramos hasta que Jack llegó al instituto y este le cambió. Me da miedo descubrir que de haberme quedado la vida nos hubiera separado de igual forma. Que nuestra amistad estaba destinada a romperse al llegar a la edad adulta.
Mis padres me sirven algo para picar mientras me preguntan por mis tíos. Tras picar algo vamos hacia nuestra casa. El abuelo habilitó parte de la casa para mis padres para que tuviera su espacio independiente, aunque siempre hacen vida en la casa. Al pensar en el abuelo siento tristeza, no supe de su muerte hasta que pasó tiempo, pues el abuelo se lo hizo prometer a mi padre, no quería que al enterarme de esto viniera por él y no porque era mi deseo. Me hubiera gustado estar con él cuando se puso malo. Era muy cabezón, pero muy bueno.
La casa de mis padres es un poco más pequeña que la mansión y muy acogedora. La han decorado con los muebles que teníamos en la otra casa, también adjunta a la mansión del abuelo. Me llevan hasta mi cuarto.
Los muebles son diferentes, la cama mucho más grande. Tiene un tocador a un lado y una tele de plasma en la pared. Me fijo enseguida en el vestidor y en el aseo que hay dentro del cuarto. Es mucho más grande que mi antiguo cuarto, pero carente de la vida que tenía el otro. No tardo en fijarme en varias cajas marcadas.
—No sabíamos como ordenarte tus cosas y si querrías seguir tiendo puestos los mismos adornos y recuerdos que cuando te fuiste—Me dice mi madre—. Todo está en las cajas, tú decides que toque darle a tu nuevo cuarto. Espero que te guste.
—Me gusta mucho. Es muy bonito.
Mi madre asiente. Se despiden de mí y me dicen a la hora que será la comida. Miro las maletas que he traído con mi ropa de estos años y las cajas donde están guardados tantos recuerdos. Me siento incapaz de abrirlas, y de aceptar el hecho de que he vuelto. Me tiro en la cama dejando que los cojines me abracen y me quedo absorta contemplando el techo.
No sé que hora es cuando alguien toca a la puerta. Me pongo alerta y me levanto con el corazón a punto de estallarme ante la posibilidad de que sea Jack. Sé que me dijeron mis padres que no vendría a comer, pero bien puede haber cambiado de idea.
—Adelante.
Me levanto y miro hacia la puerta. Sonrío a la persona que viene hacia mí, no es Jack, pero tenía muchas ganas de verlo, Aiden.
Me fijo en que está mucho más guapo de como lo que recordaba, su pelo rubio lo lleva algo más claro y sus preciosos ojos marrones relucen con una felicidad que nunca he visto reflejada en ellos y sé que es por estar a lado de Katt.
—Bienvenida pequeña—Aiden me abraza, esto me sorprende y me hace ser aún más conciente del cambio que a dado.
No es que antes no me abrazara alguna vez, pero casi siempre era de forma casual y nunca como lo hacía Jack, que nunca pedía permiso para cogerme la mano o abrazarme. Me refugio en los brazos de Aiden, siempre ha sido como un hermano mayor para mí, he sido una tonta por haberlo alejado de mi vida.
—Me alegra estar aquí. Tenía ganas de verte.
Aiden se separa y se sienta en mi silla de escritorio, yo me siento en un sofá que hay cerca. Lleva un traje chaqueta, lo que me indica que acaba de llegar de trabajar, pero le da un aire juvenil, un atractivo que solo Aiden puede conseguir.
—Espero que no tengas pesando salir huyendo de nuevo.
—No, ya no cometeré ese error otra vez.
—Sé por tus padres que todo te ha ido bien y también sé o creo saber por qué te fuiste.
Me sonrojo y aparto la mirada.
—En ese momento era lo que sentía que debía hacer. Llegó un momento en que me di cuenta de que huir no era la solución, pero el tiempo que había pasado hacia más difícil mi regreso. No sabía qué me encontraría cuando volviera.
—Tenías miedo de que todo hubiera cambiado entre vosotros.
Asiento. Aiden no es tonto y sé que él sabe por qué me fui.
—Todo será como antes—Por la forma en que lo dice, siento que teme que también por mi parte, siga enamora da de Jack y no pueda con esto.
¿Por qué el amor tiene que complicarlo todo? Yo no he pedido sentir esto por alguien del que solo sé que tendré amistad. Solo espero que al ver a Jack descubra que lo que siento solo es un amor del pasado, que ya no lo amo de la misma forma.
Todo sería más fácil si no lo amara.
—Tengo que presentarte a alguien, de hecho no sé como no ha entrado hace rato—Aiden mira hacia la puerta con los ojos brillantes.
Me giro y veo entrar a una joven de mi edad, más o menos, de pelo castaño e intensos ojos verdes. Le saca la lengua a Aiden y trata de hacerse la ofendida por su comentario pero no lo consigue, pues al mirar a su novio le devuelve la sonrisa. No tengo duda de que es Katt, la nieta del abuelo, tiene algo que me recuerda a él.
—Katt, te presento a Eimi.
—Sé quien es y puedo presentarme solita.
Katt se vuelve hacia mí, sonriente, y me da dos besos. Le respondo, odio quedarme callada, no saber que decir. Sonrío y me quedo a la espera de que ellos hablen. Siempre me pasa cuando conozco a alguien, me bloqueo hasta anularme. Aiden me conoce y no tarda en ponerse a hablar.
—¿Estabas muy lejos? Tus padres no han querido decirnos nada en este tiempo.
—En casa de la hermana de mi madre, a una hora y media de aquí.
—¿Sabes que Jack fue el primer sitio que miró? ¿Cómo se las apañaron tus tíos para convencerlo de que no vivías con ellos?
A los pocos días de irme a casa de mis tíos, Jack se apareció allí convencido de que era el único sitio donde mis padres me habrían dejado ir.
—Yo no estaba y como dormía en la guardilla que antes usaban de trastero, Jack no vio nada raro en la casa que indicara que vivía allí. Mi tía sabía que si le dejaba mirar en la casa y veía que en las habitaciones de invitados no había nada raro no sospecharía que yo dormía arriba, pues para poder subir tenía que tirar de una pequeña cuerda que no está visible a la vista de todos. Y así pasó. Jack revisó la casa y no vio nada raro.
—Te siguió buscando, pero tu madre tiene poca familia y no te encontró.
—Lo sé.
—¿Y qué pasará ahora cuando os veáis?—Pregunta Katt—. La verdad es que siento curiosidad. Lástima que Jack esté con la tonta de Luz hablando de su nuevo disco.
—Katt, no insultes a Luz.
—La insultaré tanto como quiera, esa no me engaña, es una zorra con piel de cordero...
—Katt...—La recrimina Aiden pero esta lo mira dejando claro que dirá lo que le de la gana.
No puedo estar más de acuerdo con ella y su comentario hacia Luz. Hace unos pocos meses se filtró la noticia de que Jack podía tener algo con la hija de su representante. Les han pillado en más de una foto en actitud cariñosa o besándose. La primera foto que vi de ellos se me clavo con una daga en el pecho y el dolor que sentí fue aún más intenso, por la confirmación de que seguía sintiendo algo por Jack. Desde entonces evito mirar lo que se dice de él y, como a Katt, a mí Luz no me cae bien, tiene algo que me recuerda a Natalia. Tal vez sea porque es la segunda persona por la que Jack se interesa y no solo es un lio de una noche. Pues a lo largo de los años Jack ha sido retratado con alguna mujer, pero nada importante. Aunque no por eso dolía menos, pero con Luz parece ir en serio y eso me duele aunque sé que no debería.
—¿A ti que te parece?—Me pregunta Katt.
—Yo...—Miro a Aiden y luego a Katt—. Eh...
Cierro los ojos y hablo muy flojo.
—No creo que sea lo mejor para Jack, pero no la conozco.
—Y mejor que no lo hagas—Dice Katt acercándose a mi como si estuviéramos hablando en confidencia—. Es una estúpida.
—Y tu deberías moderar tu lenguaje, pero a estas alturas lo veo imposible.
—En el fondo le encanta mi forma de hablar.
—Muy en el fondo—Katt le tira un cojín a Aiden que este coge al vuelo. Katt le tira otro que le da en la cabeza—. Ya vale, eres una niña.
—Habló el abuelo—Katt le tira otro cojín pero Aiden más rápido la coge de la mano y la sienta en su regazo para hacerle cosquillas—. ¡Vale, vale! Tú ganas.
Sonrío, me gusta verlo así, me gusta mucho ver a Aiden feliz y Katt me cae bien, tiene algo que hace que estar a su lado sea sencillo. Tal vez sea porque ha esperado a que hablara, y no he visto en sus ojos el reproche porque sea como soy.
—Chicos, a comer—Nos dice mi padre entrando en mi cuarto—. ¿Aún no has colocado nada?
—No.
—¿No pensarás volver a salir huyendo?
—No.
—Bien, luego te ayudaremos a ordenarlo todo.
Asiento y los sigo hacia la cocina. No sabía que mis padre temiera que pudiera salir huyendo. Tal vez lo que teme, no es que me vaya del pueblo, si no que acepte la propuesta de Liam. Pienso en ella, en mi primo Liam y me agobio, ahora mismo no quiero ahondar más en ese tema.
Disfruto en silencio de la comida de mi madre. Como la he echado de menos. Mis padres hablan con Aiden y Katt sobre el trabajo. Katt dice que está hasta arriba de leer informes de casos pasados y de tratar de aprender lo máximo posible de ellos. Katt no tarda en explicarme que quiere ser abogada, no una cualquiera , si no la mejor, por la forma que lo dice sonrío como los demás. Me dice que es para ayudar a los más necesitados. Esto hace que la simpatía que siento por ella aumente y también por los gestos que hace que me recuerdan al abuelo.
—Y estoy hasta arriba de trabajo y más desde que mi padre ha decido ampliar su empresa y quitarnos clientes—nos comenta Aiden visiblemente preocupado.
—Vaya, lo siento—Le digo afectada.
Mis padres me han tenido al tanto de todo, y sé que su padre cuando los vio los repudió, dejando claro que para él no eran sus hijos, aunque teniendo en cuenta que tampoco se habla con su hijo legítimo no me extraña. Aunque no hace esto con su hijo mayor, nacido fuera del matrimonio también. He visto fotos del padre de Jack y Aiden y no me gusta. No parece trigo limpio.
—Lo solucionaremos.
Asiento y espero que de verdad sea así, pues me ha parecido ver pasar por los ojos de Aiden un halo de preocupación.
—¿Y qué has hecho en estos cuatro años? Tus padres sólo me decían que estabas bien.
Miro a Aiden sintiéndome, una vez más, mal por haberlo alejado de mí todo este tiempo. —He estado estudiando, me costó mucho sacarme el bachillerato—Me percato de que la timidez inicial que suele precederme cuando conozco a alguien ya ha desaparecido con Katt. Es como si para mí ella fuera una vieja conocida. No es normal que esto me suceda.
Y es un gran problema a la hora de hacer amigos.
—Repitió un curso—añade mi padre—. Pero, por suerte, ha acabado con buenas notas y puede elegir la carrera que quiera.
Aparto la mirada, pues no tengo nada claro que quiero estudiar.
—¿Y vas a venir a mi universidad?
—No, Eimi no quiere—Añade mi madre visiblemente molesta por mi decisión.
—Ya os dije que no quería gastarme un dineral en mi educación cuando ni sé que quiero estudiar.
—¿Y que carrera has elegido?—Me pregunta Aiden—. Pues empiezas ahora en unos días ¿no?
—Sí, pero he cogido una básica, para luego poder convalidad las asignaturas cuando me decida por una.
—Siempre pensé que te decantarías por la carrera de Jack, y estudiarías solfeo y música.
—¿Y de que serviría?—Le digo a Aiden—. No puedo ser profesora de música por mi ansiedad al hablar ante mucha gente, y mucho menos cantante por mi miedo escénico. Es una perdida de tiempo. Una gran perdida de tiempo—reitero con más énfasis.
Aiden me mira dejando claro que él no lo considera así.
—No ha tocado un instrumento en estos cuatro años y mi hermana dice que nunca la he escuchado cantar.
Miro mi plato, mi madre no se corta al hablar de mis cosas con Aiden y Katt, cosa que no me extraña, pues quiere a Aiden y a Jack como si fueran sus hijos.
—A mí tampoco me gusta hablar ante la gente, pero nadie sabe que lo paso tan mal, por eso cuando he tenido que exponer un caso en clase lo he hecho con la cabeza bien alta. Y si alguien se mete conmigo...
—Pobrecito de él—Añade Aiden. Katt le tira un pedazo de pan.
—Dejarlo ya—Dice mi madre, sonriente.
Termino la comida como puedo, pues siento un gran desazón en el pecho. Cada minuto que paso en esta casa me siento más tonta por mi huida. Y sé que aunque todo esté igual con Aiden, con Jack no tiene porque ser así, y me será raro sentir que todo está como antes menos mi amistad con Jack.
Ayudo a mi madre a recoger junto a Katt, que parece hacer esto de forma habitual, pese a ser la señora de la casa ahora y el título que ostenta.
—Ven—Katt tira de mi mano y me lleva hacia la puerta de jardín—, te enseñaré los alrededores.
No me puedo negar, pues cuando me doy cuenta estamos fuera. Katt es puro nervio.
Me muestra la fuente y los jardines cuidados por mi padre. Son preciosos, siempre le encantó la jardinería, viendo su maravilloso trabajo con las plantas me cuesta imaginármelo de niño educado para ser el heredero al trono. Cuando pensaba en la infancia de mi padre me lo imaginaba en los jardines de su pequeña casa plantando flores. Miro de reojo hacia donde está el castillo y me cuesta un mundo imaginar a mi padre viviendo en él. Aún me cuesta asimilar esa historia.
—¿Por qué no estudias en mi universidad? Hubiéramos ido juntas.
—Quiero hacer esto por mí misma—Le reconozco.
—Te entiendo, pero el abuelo dejó pagada tu educación y, bueno, sé por Aiden que Jack te abrió una cuenta para meter tus derechos de autor.
—No quiero hablar de esa cuenta, no me pertenece...
—Sí te pertenece, Jack empezó a ser conocido mundialmente cuando cantó vuestra canción.
—Él compuso más que yo. Yo solo le di algunas ideas...no soy tan buena como él.
—Eso no lo sé, porque no me lo muestras. Un día espero escucharte cantar...
—No, eso nunca será posible.
Me tenso y a mi mente acuden imágenes que siempre trato de olvidar, las risas me persiguen y la vergüenza que sentí. No, nunca más dejaré que nadie me escuche cantar.
—Como quieras. Pero la vida es muy larga y nunca se sabe.
Katt me sonríe con calidez. Tira de mi mano para llevarme a la casa.
—Te ayudo con las maletas. Hoy no tengo nada que hacer.
La sigo, Katt irradia una fuerza y determinación que es difícil ignorarla, y tampoco me apetece discutir con ella. Simplemente me dejo llevar, sin más.
Abro una de las cajas que contienen mis antiguas cosas. Katt me mira curiosa. En cuanto la abro del todo sé que no ha sido buena idea. Mis ojos van a una foto mía con Jack riéndonos, felices, cómplices...Mi padre nos hizo la foto tras nuestra actuación. Cantamos para Aiden, el abuelo y mis padres. Ante ellos nunca he sentido miedo de cantar, pero solo ante ellos. Yo tenía diez años y Jack trece, la canción la mejoramos con los años, pero ese día nos sonó genial.
—Se nota que éramos muy amigos.
—Sí, lo erais.
Cierro la caja, no ha sido buena idea abrirla y recordar un tiempo pasado, un tiempo mejor. No cuando no sé si solo será un recuerdo de lo que tenía y perdí.
—Lo haré luego.
—Como quieras. He quedado para ira tomar algo con unas amigas...¿Te apuntas?
—No, prefiero no...No.
Me agobio. Katt pone su mano sobre mi brazo.
—Otro día—Me dice comprensiva entendiendo mi agobio por estar cerca de personas que desconozco.
Asiento odiándome por ser así.
Ceno con mis padres en nuestra parte de la casa, ya que Aiden y Katt han salido y Jack aún no ha vuelto. Me inquieta esto, ya que quiero terminar de una vez con la incertidumbre de qué sucederá ahora entre los dos. Sé que no tiene sentido tener ahora tantas prisas cuando he esperado tanto para volver, pero ya que me he decidido quiero que esto suceda cuanto antes.
—Me voy a revistar que todo está bien cerrado—Comenta mi padre tras recoger sus cosas.
Va hacia la puerta que separa nuestra casa del resto.
—Papa—Le digo siguiéndole, se para—, si por casualidad ves a Jack...Dile que quiero hablar con él.
Tiemblo, el corazón está apunto de estallarme ante las perspectiva de verlo, pero debo ser valiente, al menos, serlo de una vez con esto.
Mi padre asiente antes de irse. Ayudo a mi madre a recoger antes de irme a mi cuarto. Una vez en él dudo si ponerme el pijama o esperar a Jack, al final decido quedarme con la ropa de estar por casa: un pantalón de chándal y una camiseta vieja que ya no uso para salir, pues aunque me encanta el dibujo que tiene de una niña sacando la lengua, mi tía, sin querer, la manchó de lejía en una manga.
Me miro en el espejo mientras espero. Dudo en si quitarme las trenzas que llevo recogidas en la nuca y las gafas, ya que no las necesito. Pero aunque me gustaría deshacerme de todo esto, me cuesta. Cuando me operaron de la vista y pude dejar de usar gafas, me sentía desnuda, como si me faltara algo, la gente me miraba y no sabía si era porque no les gustaba mi cara sin gafas, me sentía más segura con ellas puestas, pues cuando las llevo la gente me mira por ser una “gafotas” y ni se fijan de verdad en mí. Pero sin ellas me sentía muy expuesta y por eso opté por comprarme unas sin graduación, cosa que no gusto a mis tíos ni a mis padres cuando se enteraron.
Tocan a la puerta, me pongo recta por los nervios y miro hacia ella. ¿Será Jack?
—Jack, está en la casa—Me dice mi padre tras abrir la puerta—. Le he dado tu mensaje pero no sé si vendrá esta noche a hablar contigo. Tal vez mañana.
Trato de tranquilizar mi pulso y mi respiración.
—¿Por qué crees que no vendrá esta noche?
—Se lo dije y tras asentir se encerró en su estudio. Cuando se encierra en él no lo hace con la idea de salir pronto. O quien sabe, lo mismo viene ahora.
Asiento. Mi padre me desea las buenas noches y se marcha. Una parte de mí sabe que Jack no vendrá esta noche, y si yo no doy el paso buscará escusas para retrasar nuestro encuentro, y sé que de esto tiene la culpa el tiempo pasado. Si me hubiera visto cuando vino a buscarme a casa de mi tía hubiera acabado por volver antes. Pero he dejado que el tiempo pase entre los dos haciendo que con cada día pasado se haya alzado como una pared de ladrillo entre los dos.
¿Estoy preparada para destruir esa pared?
Dudo, me muevo por el cuarto. Las palmas de las manos me sudan. El corazón no deja de latirme con fuerza. Al final, tras mirar las cajas de nuestro pasado en común, tomo la decisión más valiente y que más me hace temblar de los pies a la cabeza.
Ir hablar con Jack. Yo me alejé, yo debo acortar las distancias entre los dos.
Pongo la mano en el pomo de la puerta que separa la casa del estudio de Jack. Lo giro y sin pensarlo mucho abro. Bajo las escaleras, bien iluminadas, que llevan hasta una puerta que evita que salga el sonido del estudio de Jack. La abro y busco a Jack. No está a simple vista, pero sí puedo escuchar ahora los suaves acordes del piano que está tocando. Esto me trasporta a mi infancia. Me pasaba horas a su lado viéndolo tocar, muchas veces me quedaba dormida en el sofá que tenía en el estudio. Su música me ha acompañado toda la vida, pues Jack desde bien pequeño dejó claro que había nacido para esto. Que la música formaba parte de él.
Veo un estudio de grabación a mi derecha. Y otra sala, desde la puerta se puede ver lo que hay en su interior, pues tiene una parte acristalada. Me asomo a ella y veo a Jack tocando el piano. El corazón me pega un salto en el pecho. Lo he visto en fotos y he ido a sus conciertos, pero lo he visto de lejos o por la tele. No es lo mismo que tenerlo tan cerca de nuevo.
Los años que han pasado solo han conseguido realzar su belleza. Sus rasgos están más marcados y más bellos. Más varoniles. Su espalda es más ancha de lo que recordaba debido a la musculatura que luce, que aunque no es muy marcada, si tiene un cuerpo de escándalo que hace que más de una pierda la cabeza por él. Y sí, yo entre ellas. Nunca he deseado a nadie como a él, pero lo mío va más allá del deseo físico.
Su pelo negro le cae sobre la frente, no puedo verle los ojos, pero sus ojos azules los tengo grabados a fuego en mi memoria. Está concentrado. Es posible que esté tocando para evadirse de algo y me pregunto si lo hace para no lidiar con el tema de mi retorno. ¿Y si no quiere saber nada de mí? Dudo si entrar o no, pero necesito saber que queda de lo que fuimos. No puedo ser una cobarde ahora. Al lado de Jack solo fui cobarde una vez, con él siempre he sido yo misma, con él nunca he sentido el peso de la vergüenza. Nunca he tenido necesidad de esconderme. Y él tampoco. Ambos veíamos cosas del otro que los demás ignoraban. O las veíamos, hasta que Jack empezó el instituto y comenzó a salir con Natalia. Mi marcha no solo fue el motivo de nuestra separación, sin darnos cuenta nos habíamos empezado a separar el uno del otro al crecer...y no me gustaba saber que cada día que pasaba lo perdía un poco más. Es posible que esa fuera también una de las razones que me hicieron irme, para no ver como se destruía todo, sin remedio.
¿Y que hago aquí entonces? ¿Y si nuestra amistad estaba abocada al fracaso? Las mismas dudas que me han atormentado estos años me hacen ahora dudar entre dar el ultimo paso o no, finalmente decido ser valiente ante él, una vez más.
Cuanto Jack escucha la puerta y me adentro en el cuarto deja de tocar. Tarda en volverse, como si supiera que al hacerlo será a mí a quien vea. Esto me hace sentir estúpida. Por suerte no tarda mucho en hacerlo. Sus ojos azules, tras cuatro años, vuelven a entrelazarse con los míos de nuevo.
El corazón está a punto de salírseme del pecho.
Ya no hay marcha a atrás.
—Hola Jack...He vuelto.
Capítulo 2
Jack
Observo a Eimi, con emociones encontradas. Por un lado, me muero por abrazarla y asimilar que de verdad ha vuelto, por otro, me siento traicionado porque se fuera y no quisiera saber nada de mí en todo este tiempo. Su huida, al final se convirtió en una traición como las de mi madre. De mi madre ya me lo espero, pero de Eimi no. Eimi era mi mejor amiga, mi compañera, mi confidente, mi otra mitad. La persona que me complementaba siempre. Y de la noche a la mañana se fue olvidando sus promesas de que siempre estaríamos juntos. Al principio la busqué para pedirle perdón, luego me di cuenta de que no le había hecho tanto para que, ni tan siquiera, no quisiera verme de nuevo. Son cuatro años echándola de menos y reprochándole que se fuera.
Estos cuatro años han hecho que su rostro adquiera más belleza y madurez. Siempre fue muy bonita, pero ahora sus ojos parecen más verdes, sus labios más rojos y grandes. Su cuerpo es el de una mujer hecha y derecha, con sus curvas bien formadas bajo su ropa de estar por casa. Una ropa y un peinado que sí me recuerda a la Eimi que era, pero no sé que quedará de ella. Pues la Eimi de hace años nunca me hubiera abandonado.
No digo nada, no puedo decirle lo siento, por una riña que ahora carece de sentirlo, no lo veo necesario. Las personas que se quieren discuten, pero juntas afrontan las discursiones y se dan tiempo para rectificar. Eimi no me lo dio.
La observo serio, Eimi duda, se muerde el labio, finalmente se acerca un poco.
—Te entiendo, entiendo que estés resentido y que no hayas venido a verme. Y sé que te defraudé cuando no volví. No entiendes por qué no te di la oportunidad de explicarte, de solucionar esa tonta discusión. Y más, cuando desde niños hemos discutido alguna que otra vez.
La miro, no hace falta que diga nada, pues Eimi me sigue entendiendo mejor que nadie y eso es algo que siempre me ha gustado de nuestra amistad. El saber lo que piensa el otro sin necesidad de palabras que en muchas ocasiones no son capaz de expresar los sentimientos.
—Sé que si no te digo la verdad nunca volveremos a ser los amigos de antes.
La miro sorprendido a la espera de saber de que verdad puede tratarse. He pensado alguna vez si había algún motivo, pero me enfadaba que no me lo dijera.
Espero.
—No puedes negarme que cuando entraste en el instituto nos distanciamos un poco. Ya no estabas tanto en casa y empezaste a salir de fiesta con los amigos. Ya no era lo mismo.
Asiento, pues tiene razón. No lo hacía a propósito. Siempre trataba de buscar un rato para estar con ella y sabía que cuando la necesitara estaría a mi lado. Pero es cierto que entre salir de fiesta, estar con Natalia y el baloncesto, nada era lo mismo. Hasta ahora no me había dado cuenta de esto, tal vez porque estaba demasiado enfadado por que ella se hubiera ido, sin más.
—Bueno, pues a esto, se le sumó nuestra discusión. Con ella me di cuenta de que tal vez un día yo no sería más que un estorbo en tu vida—Abro la boca para hablar—. Por mucho que tú digas que no, y aunque sé que siempre hubieras estado a mi lado defendiéndome, yo sí sentía que tú habías crecido mucho más rápido que yo. Que nuestros tres años de diferencia eran un abismo por aquel entonces. Me sentía niña a tu lado. Que defendieras a Natalia solo me hizo ver que, aunque te dieras cuenta de como era ella tarde o temprano, otro día sería otra y cada uno seguiría su camino. No vi otra salida, pues me dolía esa separación por lo que yo sentía, Jack.
Me pongo alerta.
—Por aquel entonces, la amistad que sentía por ti para mí se trasformó en un enamoramiento que solo me hacía daño—Lo dice rápido y sé que reconocerlo le ha costado. No me inmuto, Eimi sonríe—. Sé que no crees en el amor y que ahora mismo pensarás que solo me sentía confundida...sea como sea se me juntó todo. Me agobié. Quizás porque te echaba de menos, aun estando cerca, y me dolía ver como cada día estábamos más distanciados. Habíamos discutido muchas veces Jack, pero nunca como aquel día.
Toma aire.
—Hace tiempo que sabía que debía volver, pero no sabía como hacerlo sin que me doliera tener que aceptar que ya nada sería como antes entre los dos. Que ya no éramos tan amigos. El tiempo pasa rápido cuando buscas el momento oportuno para afrontar las consecuencias de tus actos.
Nos quedamos en silencio, mirándonos, por primera vez veo todo desde la perspectiva de Eimi y me doy cuanta de que tiene razón, pero han sido muchos días de rabia porque se fuera, de echarla de menos y de aceptar que no debía importarle tanto como siempre he creído.
La gente piensa que cambié hace años, por lo que me hizo Natalia, a nadie le dije que en verdad la rabia era por la partida de Eimi. Su abandono me dolía más que cualquier otra cosa.
—Te dejo solo...tienes cara de querer estar solo o tal vez me equivoque y ya no sepa ver lo que piensas.
Eimi duda, la veo vulnerable por la incertidumbre de aceptar en que punto nos encontramos ahora. Y no, no se equivoca. Necesito tiempo...
CONTINUARÁ!
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Un abrazo!